La caída de las hojas.


 
   Paula mira el jardín mientras se come las uñas. Sus ojos no ven más que hojas caídas, iguales a las que barrió un rato antes.
    Su impulso es el de volver a salir y recogerlas pero se frena.- No puedo, acabo de dejarme una pasta en el psicólogo para ahora volver a recogerlas. Está manía llegó con el otoño, antes no le pasaba y no sabe porqué le entro tanta tontería con esto de las hojas. El psicólogo le habla de su perfeccionismo, le dice que tiene miedo de perder el control, sobre ella y sobre su vida. Le cuenta que en la natureleza la perfección como tal no existe, que no hay dos briznas de hierba iguales.  Le dice algo de las alfombras persas, de como ellos dejan siempre un nudo mal tejido pues piensan que la perfección sólo puede ser de Dios.
   Ella le escucha y piensa que para que necesita estás historias, que lo que quiere es dejar de pensar en las dichosas hojas.
   Intenta olvidarse, hacer alguna cosa, coge un libro, hojea revistas, intenta tejer, enciende y apaga la televisión y sus ojos se pierden en el jardín y se come las uñas casi inexistentes.
    Luis está en su despacho preocupado, siente no poder ayudarla. Lo ha intentado todo, ha recogido miles de hojas, ha hablado de lo absurdo de la situación, incluso le ha propuesto talar los árboles, dejarles sin una sola hoja. Paula se ha negado, ella ama sus árboles y ellos no tienen la culpa de está fobia que le entró, no quiere ver a sus árboles como muñones.
    De pronto car un libro de la estantería, justo uno de cuentros de Cortazar. Se acuerda de ese relato* en que todo un país cada dos de noviembre se pone a recoger hojas. De cómo se ayudan de las mangostas y que estás cogen las hojas previamente rociadas con veneno de serpiente que antes unos expedicionarios trajeron de una selva del norte.
   Recuerda las veces que leyeron este cuento, de como se rieron. Va hasta donde está Paula y se lo enseña. Ella lee unas líneas y se ríe a carcajadas. Va hasta la montaña de hojas, se tumba en ella y hace angeles de hojas, se desprende de todos sus demonios y las esparce por todo el jardín.
    Luis se une a ella , se duchan con las hojas y ríen desaforadamente .Terminaran amándose sobre oun montón de hojas secas.
    * Con legítimo orgulla- Julio Cortazar.


Escrito por: Estrella (2010-11-30)


Ranking: 4.0/1


1 Faluu  
0
Hermoso cuento. smile

2 duke-canay  
0
Buen cuento
Me he acordado que tengo que escribir algo por esta semana.
la intenet me ha blokeado demaciado, y hace que el pasatiempod de escribir sea poco frecuente.

Exelente texto, gracias por compartilo






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