La sopa se enfria. | |
Era una noche de lluvia, el viento silbante volaba los paraguas y hacia amenguar a los boles; el granizo reventaba contra los autos sin cubre capa, la gente correteaba a su casas con la maleta sobre la cabeza, y los que no, mal por ellos.
Sonó claro el aire crujir, el cielo estaba hecho una fiera, y doña Ban sentada en las escaleras de mármol, esperaba con vista a la puerta y pañuelo en el pecho a su hijo de trece años que aun no se desidia aparecer.
Las remisería sin auto, típico de día de lluvia, pero aun así, ella sentada a la espera que de aquella puerta habrá sus cerraduras para poder echar brazos a su hijo, que desde hace dos horas tenia que ver estado hay.
¿Y si se quedo en alguna lugar hasta que pase la lluvia? ¿Y si esta muy tranquilo esta tomando algún café en el bar? ¿Y si tal vez esta donde algún amigo? ¿Para que preocuparse?
Patrañas, estas cosas para una madre, son estupideces, ella sabe y presiente que cuando algo anda mal, esta mal en definitiva.
Ya pasaron 20 minutos, y la sopa esta fría en la mesa, hay dos platos de caldo de gallina, y aun no han sido probados.
La madre se levanta, da las dos vueltas del cerrojo a la puerta, y sin abrirla se dirige a la mesa, guarda los platos en la heladera,
Y comienza a secar algunos vasos. A la par que hace el quehacer, intenta tranquilizarse, y pensar en cosas mejores.
¿Y su hijo esta caído en algún lugar? ¿y lo cuadraron algunos ? ¿Y si lo tienen amordazado en alguna parte del peligroso tigre? En estas cosas divaga la mente la madre cuando intento relajarse, cae en la cuenta que no puede hacerlo, y como saltamontes vuelve una y otra a cuestionarse estas preguntas.
Se recuesto en la cama, pero no duro ni un segundo y se levanto paseándose de un lado a otro,- Manuel- grito en el silencio de repente. ¿Sos vos?- pregunto devuelta.
Corre a hacia la puerta, pero aun no ve a su hijo, vuelve a sentarse sobre los escalones de mármol que daba posiciones opuesta hacia la puerta.
Todo tiene un límite, y ella ya lo había alcanzado, pronto toda nostalgia que puede soportar el corazón de una madre, llego al extremo, gritar hubiera sido mejor en aquel momento, pero no pudo hacerlo, le invadió una tensión paralizante, donde de un segundo para otro toda la mitad de su cuerpo de adormeció, el aire cómenos a escasearle, su sudor se hizo frío, y un mareo le nublaron los ojos.
La mujer hubiera identificado rápido que era un ataque cardiaco, pero no sintió nada, tampoco el dolor en el pecho que es común, y sin decir nada su corazón se apago, y su cuerpo se inclino hacia la derecha apoyando contra la pared de las escaleras, silenciosa con los ojos entre abiertos y el pañuelo caído. | |
Escrito por: Violinista (2010-07-06)
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