Puedo mentir tantísimas veces y sólo me escucharán cada vez menos.

La verdad de las cosas no cuenta si  soñamos,  todo es relativamente verdad en nuestro sueño, comenzando por nosotros mismos, nuestra mente embruja el entorno con una realidad ficticia, y nos hacen creer verdades imposibles, donde todo es y no es. Lo creíble es creíble y no creíble a la vez. Creíblemente increíble. Y también las pesadillas, cuando todo retumba en el sueño, y el enemigo esta y no está, corremos para alejarnos, pero siempre pasa que no podemos correr tan rápido como creíamos, creemos que estamos perdiendo ventaja, y obviamente, como en toda pesadilla despertamos de que ese algo pase ¿despertamos?  Y lo peor de lo peor, es lo peor, cuando despertamos y no despertamos, nos encontramos fundidos en una triple pesadilla, en estas situaciones veces pasa que nos enteramos que es un sueño y estamos atrapados, y en vez de escapar queremos despertar, nos pellizcamos y sentimos dolor,  sentimos en el aire algo malo, es la pesadilla que no se va, pero bueno, en fin, todo pasa, luego de un esfuerzo considerable, despertamos, ¿o seguimos soñando? La cosa es que el corazón late fuerte, y todavía queda ese miedo infundado que nos deja la pesadilla, a veces solemos ir a la nevera por un vaso de leche, y al lado está el gato en la alfombra, lo acariciamos y ronronea, volvemos a la cama a dormir, y podemos dormir tantas veces y como despertar otras tantas, nunca despertando así de la definitiva y esto es la pura verdad ¿verdad? Nos encontramos en la ilusión infinita, ¿infinita? Donde nunca vamos a despertar, y todo, todo es un simple y simple sueño ilusorio.