La noche cae, y el sol sube, luego de un tiempo considerable en que las personas logran hacer sus tareas diarias, el sol cae y la luna sube. Entonces. Cierta vez, cuando la luna estaba arriba, ósea, subida, el sol se entrometió y subió también, nunca se habían visto sus respectivas caras, desconocidos e indiferentes se vieron, el sol miró a la cuidad, y se sintió traicionado, herido, tantos años que él le brindaba su calor. Decidió avergonzado desaparecer, para cuando lo hizo, el eclipse se había desaparecido.
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