Maroua,
nombre raro pero que tiene un cierta magia especial a qui lo lleva,
nunca nadie
en la ciudad de BS AS se vio con tal nombre. Cierto científico de la
universidad
de Capital lo intentó, y cuando tuvo un hijo lo llamo por Maroua.
El chico a la edad de 15 años, como si el nombre tuviera una especie de
poder
incógnito que cambiara la actitud de quién lo llevara, pudo degradar la
teoría
heliocéntrica de Nicolás Copérnico, y el joven de semblante angelical,
modesto
se limito a sonreír, increíblemente su padre sonreía de gustazo. Cuando
cumplió
los 20, pudo cambiar y crear el dióxido de carbono en partículas
subatómicas
que hacían funcionar como gas a los automóviles y aviones. El convento
científico aplaudía de tal grandeza- y el joven se limito a escuchas los
agrados del convento.
Ya no podían esperar a que Maroua, saliera cada año de su laboratorio
científico donde siempre erguía la curiosidad de la gente con un nuevo
invento.
El hecho mas impactante de Maroua, fue cuando cumplió 35 años, su padre
fue el
primero en recibir la llamada de Maroua diciendo que en 5 días tendría
el
experimento mas grande de la historia: revivir al tigre dientes de
sable, uno
de los animales más peligrosos de la era prehistórica, la voz corrió
como avión
en el aire, y el día 5, toda la gama de científicos de todo el mundo
esperaba
afuera en la puerta del gran laboratorio Marone, nombre que Eligio
Maroua para
su laboratorio. Pasaron las horas, y nadie salía del lugar, la gente se
preocupo, nunca antes en sus 35 años Maroua había fallado al grupo de
científicos, irremediablemente creyeron que algo ocurrió dentro. Y con
permiso
del canciller, que también reventaba de curiosidad, hizo pasar a un
grupo
policial averiguar el estado de Maroua.
Cuando los oficiales bajaron la puerta, lo primero que vieron fueron una
jaula
inmensa abierta de par en par, sin decir palabra, los oficiales se
avanzaron
hasta la sala donde vieron al tigre dientes de sable que, mientras
masticaba el
gigantesco pedazo de carne de ganado, y Maroua que acariciaba al felino
mientras toda la gama de científicos echaban un hondo suspiro de alivio.