La rubia que ni soñaba que el pajarito posado al lado de la maceta de geranios y que cantaba tan contento, era ni más ni menos que el “baboso” del 6to. “A”, andaba muy suelta de ropas preparándose para salir.

Cada vez que se despojaba de alguna de sus prendas, el pajarito cantaba como si fuera el mejor de los tenores y la rubia se sonreía ante semejante serenata inesperada.

El espectáculo terminó cuando la rubia tomó un toallón y se encerró en el baño con la firme intención de bañarse, lo que le impidió ver como el niño que estaba apuntando con su rifle de aire comprimido desde el edificio de enfrente, le daba de lleno al pajarito que aleteando desesperado fue a parar al medio de la calle entre el griterío de la gente.

De pájaro avivado pasó a ser pájaro estrellado.

Cuando la rubia salió del edificio, se sorprendió de ver el revuelo de ambulancias y policías, pero más se sorprendió cuando el portero con cara compungida le comunicó que el vecino del 6to. “A” aparentemente se había suicidado o había caído accidentalmente por la ventana, haciéndose puré en el medio de la calle.

Para sus adentros pensó que el tipo ese tenía cara de cualquier cosa, menos de suicida. - seguro se resbaló mientras junaba alguna mina – y fue el último pensamiento que le dedicó.

El tipo ahora disfrazado de fantasma se fue atrás de la rubia que se alejó montada en sus tacos altos sin dedicarle ni una mísera mirada al cuerpo tapado con una sábana.