11 Historias Capitulo 04: Un Día Bastante Extraño (parte 1)


Los sonidos de unas monedas cayendo sobre un bazo de cristal despiertan a un vagabundo que dormía algo ebrio en la acera de una avenida concurrida de la ciudad.
— Cómprese un café, amigo — dice el hombre parado frente a el.
— ¿he? — se despierta algo confundido y mirando las monedas en el baso que traía— ¿unas monedas?... ¡no soy un vagabundo! — arroja las monedas a la acera e intenta levantarse.
— ¡¿Qué le ocurre, amigo, solo trataba de hacer caridad con usted?! — dice el hombre frente a el. — ¡eso gana uno por acercarse a la escoria de la ciudad! — exclama muy enojado y se va.
— ¿caridad? ¿Acaso sabes quien soy? ¡¿He?! — le grita mientras se aleja. — ¡gano más en un jodido día que tu en un año!
— ¡Vete al demonio, vagabundo demente! — le grita el sujeto alejándose.
— ¡¿Vagabundo?! ¡No soy un vagabundo… solo…! — entonces se mira algo extrañado. — ¿Qué hago vestido así? — se pregunta el vagabundo. — y… ¿Qué hago aquí? ¿Como paso esto? — se pregunta muy confundido. — no puedo recordar… no puedo recordar que fue lo que me pasó…debió ser una noche bastante loca.
Se revisa los bolsillos de su harapienta ropa buscando algo.
— ¿Dónde esta mi billetera?... ¿y mi celular?...— se pregunta al no encontrar absolutamente nada en ninguno de sus bolsillos. —… ¡demonios! Ahí tenía números importantes…. Bueno, ya aparecerá… — mira a su alrededor — al menos creo que se donde estoy... — detiene a un hombre que pasaba frente a el. — disculpe, amigo ¿podría decirme la hora? — le pregunta.
— 10:45 AM — le contesta y continúa su camino casi sin mirarlo.
— Gracias... — contesta. — Ya es tarde, debería estar trabajando… — dice caminando por la acera —… pero creo que me tomare el día, me duele mucho la cabeza. Solo quiero ir a caza bañarme y… a ver que le invento a Roxana, debe estar furibunda…. — dice mientras camina por la acera algo mareado.
El hombre llega a una elegante casa en una zona muy exclusiva de la ciudad.
— al menos ya estoy aquí,… pensé que no llegaría ¡jamás! — dice acercándose a la puerta y tocando el timbre.
— ¿si? Buenos días — contestan a través del intercomunicador.
— Elena, soy yo el Sr. Ramiro, ábreme, he perdido las llaves. — le dice recostándose en la puerta por el cansancio de tener que haber caminado muchísimas cuadras.
— He… un momento por favor… — contesta.
Un rato después sale un hombre elegantemente vestido a la puerta.
— ¿si? — pregunta mirando al vagabundo de arriba abajo.
— Juan…— dice Ramiro mirando al hombre frente a el—… no me mires así, hermano, no se que me ha pasado o que he hecho…— se dispone a entrar pero Juan lo empuja evitándole el paso — ¡he! ¡¿Qué tienes?! — pregunta extrañado por la reacción de su hermano.
— No se quien sea, o que mierda le ocurre, ¡pero no es gracioso! — Le grita — ¡ahora lárguese! — le cierra la puerta en las narices.
Ramiro se queda muy confundido.
— ¿Qué le pasa a este? — vuelve a tocar el timbre.
Juan vuelve a abrir la puerta.
— He, ¿Qué te ocurre? ¿Por que me cierras así? — le pregunta bastante confundido con la actitud de su aparente hermano.
— ¡mira, idiota si no te largas ahora….!
— ¿idiota?... ¿a que juegas? — le pregunta.
— ¡Te repito que no es gracioso, ¿de acuerdo?! ¡Ahora largo de aquí! — le dice disponiéndose a cerrar la puerta.
— ¡espera! — dice Ramiro Impidiendo que cerrara la puerta con su pie y la mano. — ¿esto es una broma tuya? Por que no estoy de humor, Juan… me duele la cabeza.
Juan lo empuja nuevamente alejándolo de la puerta.
— ¡no se como puedes venir a hacer estas bromas cojudas, pero te advierto… — lo empuja nuevamente —…que esto no es para nada gracioso! — Lo empuja otra ves más logrando que este caiga en la acera en parte por lo mareado que aun estaba— ¡así que lárgate, payaso! — ingresa en la casa golpeando la puerta fuertemente.
Ramiro algo confundido comienza a pensar ahí en el suelo.
— dios mío… ¿Qué cosa pude haber hecho para que mi hermano me trate así?...— se sienta en la acera unos cuantos minutos —… ¿Por qué no recuerdo que hice anoche?... ¡Mierda, como me duele la cabeza!
— Señor debe retirarse — le dice a Ramiro un Vigilante que se acerca a el.
— ¿he? ¿También tu…? No puede ser…
— Señor, tiene que retirarse, por favor. — insiste.
— Escucha, no estoy de humor, soporto esto de mi hermano, pero no de ti, ¿entiendes? Yo pago tu sueldo… — le dice levantándose de la acera.
— ¡Sr. Insisto, debe salir, son las ordenes, se va por su cuenta o tendré que sacarlo yo mismo!
— ¿mi hermano te envió a sacarme?... no lo puedo creer… — se acerca ala puerta y la golpea con los puños. — ¡Juan, esto es demasiado!, ¡no me esta gustando este jueguito!, ¡ábreme ahora! — grita.
EL vigilante entonces agarra a Ramiro y a tirones lo saca del lugar mientras seguía gritándole a su hermano.
— ¡Sácame las manos de encima!, ¡ya vas a ver!, ¡esta me las pagarás! — Le grita al vigilante mientras cerraba la reja que evitaba el paso a la cuadra donde estaba su casa, “aparentemente” — ¡anda olvidándote de ese aumento que me pediste!, ¡cabrón! — le grita.
El vigilante lo mira extrañado al escuchar eso y continua su camino mientras Ramiro se agarraba de la reja y le daba unas patadas.
Luego de un rato se cansa y se vuelve a sentar en la acera tomando su cabeza muy angustiado.
— ¡mierda, mierda! … he tenido que hacer algo muy feo para que me trate así mi propio hermano… ¡¿pero que carajo he hecho?! … ¿Dónde estará Roxana?— se preguntaba.
Un rato después Ramiro decide ir al parque que esta cerca y descansar un rato en una banca, tratando de recordar que ha pasado.
— no recuerdo que pasó anoche… ¿Por qué?... ¿donde estuve, que hice? — se esforzaba en recordar pero al parecer no podía hacerlo solo tenia imágenes muy borrosas que no le decían nada.
Un día antes
7:30 AM.
Ramiro corre de un lado a otro de la sala de su casa con una taza de café en las manos, buscando algo y gritando.
— ¡Elena! — le gritaba a su empleada.
— ¿Si, Sr? — Le decía la empleada acercándose rápidamente.
— ¡mi Portafolio! ¡No lo encuentro! — gritaba.
— ¿no esta en su despacho? — pregunta.
— ¡Pues ve a ver, se me hace tarde! —grita nuevamente.
— Si, Sr. — contesta la muchacha dirigiéndose al despacho rápidamente.
— Ya cálmate, no creo que comiencen la reunión sin ti — le dice Roxana su esposa acercándose con sus 2 hijos.
— ¡Lo se, pero vendrán unos inversionistas y necesitamos dar una buena imagen, no puedo llegar tarde hoy! — bebe rápidamente su café. — ¿ya se van a la escuela? — les pregunta a sus hijos.
— Si, papi — Contesta Melisa, su hija mayor de 9 años.
—Papi, ¿iras a recogernos hoy? — pregunta Fabio de 8, su segundo hijo acercándose a el.
Ramiro lo carga y lo sienta en sus piernas.
— No lo creo, Guapo, pero te prometo que mañana si iré por ustedes a la escuela. — les dice.
— Pero mañana es sábado papá. — le dice Melisa.
Roxana sonríe.
— Si, verdad…—sonríe algo avergonzando—es que se me olvidó, papá esta algo atareado, pero les prometo que los llevare al Zoológico o a donde deseen, ¿si?
Los niños se alegran al escuchar eso y brincan de felicidad.
— ¡papá, recuerda que esta noche voy a actuar en una obra del colegio, ¿si iras verdad? — le pregunta su hija.
— ¿Era hoy…?— mira a Roxana, quien le hace un gesto como diciendo “haz como si no se te hubiera olvidado” —….si, claro que es hoy, preciosa…
— ¿Estarás ahí, no es así? — pregunta.
— Si, claro… no faltaré…. Le dice, estaré en primera fila mirándote bailar.
— ¡Actuar, papá! no voy a bailar esta ves….
— Si, si, claro…
— No fuiste cuando bailé… — le dice frunciendo el seño.
— No, te preocupes, esta ves si estaré ahí, linda…
— Bueno, despídanse de papá, ya debemos irnos o llegaran tarde a la escuela. — dice Roxana.
Los niños se despiden de Ramiro y salen.
— Ramiro, esta noche estarás en la escuela, ¿no es así? — Le dice Roxana acomodándole la corbata — ya has faltado a varios espectáculos escolares de los niños, esta vez ella quiere que estés ahí, y se lo has asegurado varias veces.
— Lo se, lo se, trataré de estar ahí. — dice colocándose el saco.
— No, no debes tratar, debes de estar ahí.
— De acuerdo, me desharé de algunas cosas y estaré ahí a más tardar a las 9 de la noche.
— La obra comienza a las 8, Ramiro. — le dice con seriedad.
— Bueno, a las 8 entonces… ¡Elena!, ¡mi portafolio! ¡¿Lo encontraste?!— grita.
— ¡No, estoy buscándolo! — contesta.
— Bueno, de verdad espero que estés ahí, no defraudes a Melisa, ella te quiere ver ahí, confió en ti. — lo besa nuevamente — Nos vemos en la noche, amor. Suerte en la reunión.
— Gracias, mi vida. Ve con cuidado.
Roxana se dirige entonces a llevara a los niños a la escuela.
— ¡Elena! — grita nuevamente y se dirige a su despacho.
Al día siguiente
Ramiro seguía en una banca del parque, dormido.
— ¡Oiga! — Lo despierta un Oficial.
— ¿He?... ¿Qué ocurre? — pregunta Ramiro despertando de su sueño.
— No puedes dormir en este parque, vago, vete a otro lugar — le dice alzándolo del brazo y poniéndolo de pie.
— No soy un vago, oficial… — le contesta soltándose de el.
— Como digas, amigo… ahora vete de aquí, pones nerviosas a las señoras que pasean por aquí.
— Solo quería descansar un rato, ha sido una mañana… solo la calificaría de extraña.
— no me importa, ¡ahora largo! — le dice empujándolo.
— Ok, Ok, me voy…. — dice alejándose.
Mientras salía del parque en dirección al paradero pensaba.
— ¿Por qué no puedo recordar que cosa he estado haciendo? A lo mejor me han drogado… ¡carajo! Necesito dormir un poco más... no aguanto mi cabeza…
Entonces decide ir a su oficina donde podría descansar un poco.
Dado que ningún taxi le hacia caso tubo que irse caminando hasta su oficina en el centro de la ciudad, no fue un corto camino. Pero aprovecho el trayecto para tratar de recordar que pudo haber hecho, pero las imágenes en su cabeza eran borrosas, no recordaba absolutamente nada del día anterior. Por mas que se esforzaba.
— Buenos días, Felipe — saluda al portero del edificio
— Buenos días, — le responde con una mirada de extrañeza.
— se que estoy hecho un desastre… no me veas así, creo que he sido victima de alguna especie de broma… ya descubriré de parte de quien…— dice tratando de ingresar al edificio.
— ¡oiga!, ¿A dónde cree que va? — pregunta el portero.
— Pues... quizás a mi oficina…— le contesta con sarcasmo.
— ¿oficina? — Le dice — ¡por favor retírese! — le contesta seriamente y tomándolo del brazo.
— Eh, ¿Qué pasa? — Le dice forcejeando para soltarse— ¡Suéltame! — Grita — ¡¿estas borracho o que?!
— El que esta borracho eres tú, sabes que no debes acercarte, son ordenes del Sr. Ramiro. — le dice.
— ¿ah si? ¿Y quien crees que soy yo? ¡Idiota! — le dice.
— Un vagabundo que se la pasa incomodando a las personas, ¡Ahora largo! — lo empuja.
— ¡esto te va a costar…!
Una camioneta muy lujosa se acerca, Rápidamente Felipe se dispone hacerla ingresar.
— Ese es Félix…— Ramiro reconoce a uno de sus socios de negocios —…ese maldito, el debe estar detrás de todo esto… debe estar vengándose por lo de la llamada a su esposa… — sonríe pensando que ya encontró la respuesta a estos inconvenientes.
Se acerca a la camioneta.
— ¡Félix, maldito idiota, ya se que a que estas jugando y créeme, es una buena broma!... pero ya estuvo, ¿no? — le dice sonriendo.
Félix lo mira sorprendido.
— ¡Felipe!, ¿no te dijo Ramiro que alejaras a este vagabundo de aquí? — dice.
— Si, ya no venia, pero… ha vuelto a aparecer… y creo que esta drogado, dice cosas irracionales…. — le dice tomando a Ramiro del brazo y alejándolo de la camioneta.
— Si, si, si, — dice Ramiro riendo. —es una gran broma, hagamos pasar un mal rato a Ramiro, jejeje… pero ya es suficiente, necesito cambiarme de ropa.
Félix lo ve extrañado.
— si, debe estar drogado, ¡sácalo de aquí y si lo vuelvo a ver cerca te descontare una semana! ¿Entendido, Felipe? — dice seriamente y Entrando al edificio.
— Si, Sr. — contesta el portero.
— ¡Félix! — Grita Ramiro insistentemente — ¡maldito, me las pagaras!, ¡ya no es gracioso!
— Vete de aquí, no me van a descontar por culpa tuya — le dice sacándolo a jalones el portero.
— ¡SI sigues con esta bromita te va acostar el empleo, maldito, soy tu jefe! — le gritaba a Felipe.
— Si, si, si, ya vete…— le dice empujándolo.
Ramiro enojado pero cansado solo se va pensativo.
— Conozco a Felipe de años, el…no se prestaría para una broma así…esto es muy extraño, y Félix no soportaría la risa al verme… así vestido — dice mirándose. ¿Qué mierda esta ocurriendo?, es como si… nah, debe ser otra cosa.
Se va caminando pensativo por toda la avenida.
Un día antes
9:30Am
Ramiro se encuentra en una sala de conferencias en el mismo edificio, exponiendo unas graficas.
Ante el un grupo de inversionistas Franceses lo escuchan atentamente, entre ellos Félix.
— Bueno, como pueden ver en estas graficas, las acciones de la empresa y los ingresos han tenido un alza considerable en los últimos 2 años, — señala la grafica con un lápiz láser — claro que hubo una ligera curvatura entre los meses de Abril y agosto, pero fue por problemas de la baja del Dólar y la subida repentina del petróleo, pero como verán — pasa la siguiente pagina de su presentación. —… en los meses siguientes, una ves corregidas algunas inversiones, hubo una considerable alza.
— ¿la empresa perdió una suma considerable? — pregunta uno de los inversionistas franceses que presenciaba la exposición.
Félix mira a Ramiro.
— He… pues no les mentiré, perdimos más de 600 millones en moneda nacional y cerca de 500 en dólares….
Los murmullos entre los inversionistas de la meza de reuniones fueron bastante evidentes incomodando un poco a los socios de Ramiro y al mismo Ramiro.
— Pero… —agrega Ramiro pasando a la siguiente página —… con la debida organización y trabajo duro de nuestro exentes analistas y consejeros en finanzas logramos recuperar en 6 meses, 10 veces más de lo que se perdió, — señala la grafica. — aquí se puede ver, y hay documentos que les facilitaremos, en donde se ve el alza de las acciones y de las ganancias, prácticamente lo mejor que nos pasó fue esa baja, — sonríe.
— Es verdaderamente sorprendente, — dice uno de los potenciales inversionistas —muchas empresas quebraron por esa alza en los materiales, no se recuperaron.
— Pero es que no cuentan con nuestro grupo de trabajo que modestia aparte es el mejor del país. — Agrega Félix.
— Si, me gustaría darle una revisada a esos documentos y si todo esta en orden, la verdad es que… creo que no seria una mala idea invertir en esta empresa. — dice seriamente el inversionista Francés.
Más tarde en el almuerzo.
— ¿crees que esos franceses de verdad consideren invertir en la empresa? — pregunta Félix a Ramiro.
— Claro, ¿no los viste? Estaban muy animados al revisar nuestros ingresos anuales, además somos la empresa más reconocida del país, no creo que se lleven su dinero a otra, seria estúpido.
— Tienes razón este año seguramente también nos llevaremos el premio “Clarens Douglas” a la empresa con mas alzas financieras.
— Ya serian 5 años seguidos, eso nos daría una reputación imparable — Ramiro ríe y continúa comiendo. — así que relájate y no te muestres ansioso, Félix. Esos euros ya son de INL y Asociados.
Ambos ríen y continúan comiendo.
Al día siguiente
Ramiro se había quedado sentado en una banca del parque cerca a su trabajo, estaba cansado, enojado y con un dolor de cabeza terrible.
Unas señoras que pasaron le arrojaron unas monedas. El las tomó y las miro un instante, entonces fue rápidamente a un teléfono público, se disponía a llamar a su esposa.
—Solo espero que ella pueda…decirme que esta pasando. Todo esto es absurdo. — pensaba.
Marca y espera unos segundos.
— ¿si? — contesta Roxana.
— ¡hola, Roxana soy yo! — dice efusivamente.
— ¿Quién? … — pregunta.
— ¡Yo, Ramiro! — Dice — ¿donde estas? — le pregunta.
— Es Increíble… — dice y cuelga.
— ¿Cómo?... ¿hola?... no puede ser… ¡me cortó!... — dice sorprendido y colocando monedas nuevamente.
— ¿hola? — contesta Roxana nuevamente.
— ¡Roxana, soy yo, Ramiro! ¿Qué te ocurre?, ¿Por qué me colg…? — le cortó otra vez.
Utiliza su ultima moneda para marcar pero esta ves no le conecto solo escuchó: “ha llamado al 9, 8, 6, 6…”.
— ¡Mierda! — grita, Ramiro golpeando la bocina contra la cabina telefónica. — ¡mierda, mierda, mierda, mierda! — siguió gritando. — ¡¿Qué es esto una jodida broma?!, ¡¿que mierda he hecho para que me hagan esto?!, ¡¡¡no lo recuerdo!!!!
La gente que pasaba a su alrededor lo miraba asustada y se alejaba de el.
— ¿¡que me ven?! — Les gritaba. — ¡Largo! — gritaba alejándose del lugar.
Caminó un bue rato sin rumbo aparente hasta llegar a una plaza enorme en el centro de la ciudad. Donde se sentó al lado de una pileta.
— Esto debe ser una jodida pesadilla…— decía. — es como… es como si nadie me reconociera o… pero es que es tan raro todo esto… ¿Qué hago vestido así? Yo… dios, ¿Qué esta pasando?
Entonces un niño de detiene frente a el.
— si me arrojas una moneda te juro que te daré un…
— Yo te conozco. — le dice el niño frente el.
— ¿como? — Ramiro se sorprende.
— Si, te he visto en algún lugar… pero no recuerdo bien en donde… a decir verdad no recuerdo casi nada, pero se que te he visto antes. — le dice el niño de unos 10 años, tratando de hacer memoria.
Ramiro mira a su alrededor.
— ¿a que juegas, niño? — le pregunta.
— yo a nada, ¿tu me recuerdas? ¿Sabes quien soy? — le responde y pregunta.
— No, nunca te he visto… — seguía mirando a su alrededor buscando algo.
— ¿Qué buscas? — le pregunta el pequeño.
— Cámaras, las cámaras… esto debe ser una especie de broma, estoy seguro… — se levantó y va donde el niño — dime, ¿esto es una broma cierto? Para la Tv O el internet.
— No lo se, yo… yo no…
— Vamos, mocoso, esto ya se esta pasando de lo divertido a lo molesto. ¿Dónde están las cámaras? — insiste. — ¿Quién te mandó?
— No se de que habla señor… yo solo me acerque por que me ha parecido alguien conocido y estoy perdido.
— ¿perdido dices? — le pregunta.
— Si, no se que hago aquí, yo no conozco este lugar, me desperté en el parque aquí cerca y… me asuste muchísimo.
— Pues… ya somos 2, también me desperté en la calle… — mira al niño —… ¿no estas jugado conmigo o si? — le pregunta, con una mirada de desconfianza.
EL niño se sienta al lado de el, en la pileta.
— No, de verdad tengo mucho miedo, Sr. Quiero ir con mi mamá. — dice el niño angustiado.
— Bueno, te entiendo, yo también quiero estar con mamá… bueno, “con la mamá de mis hijos” pero creo que esta molesta conmigo o algo así. — Entonces piensa en algo — ¡mi mamá! ¡Si! — sonríe y se pone de pie.
— ¿Qué pasa, Sr? — pregunta
— Ven, me haz dado una idea, Amiguito. — le dice dirigiéndose a la avenida.
— primero tengo que conseguir unas monedas. — menciona.
— Yo tengo unas…— le dice el niño.
— ¿ah si? —
— Si, las traía en el bolsillo. — dice mostrándole las 3 moneditas.
— ok, ¿me harías un préstamo? — le dice al pequeño. — necesito hablar por teléfono.
— Si, tómelas… — le da las monedas.
Ambos entonces se dirigen al teléfono público de la esquina.
— ¿a quien llamara? — Pregunta el niño.
— A mi madre — dice marcando. — si alguien me puede decir que caraj… digo… que diablos sucede es ella. Mi esposa siempre le cuenta todo a mi madre… — silencio un instante, ¿si?
— Si.
— ¿Hola? — contestan.
— He… mamá, soy yo, Ramiro… ¿por casualidad has hablado con…?
— ¿Cómo dice? — contesta la señora.
— Soy yo, Ramiro, mamá. Llamo para preguntarte si sabes que le pasa a Roxana que…
— no se quien seas, pero esta es una broma muy fea, — dice. — Debería darle vergüenza — le corta duramente.
— ¡que! … no puede ser…
— ¿Qué le dijo? — pregunta el pequeño.
— Me cortó… mi madre me cortó…
— ¿Esta enojada con usted? — le pregunta.
— No que yo recuerde, hace solo… bueno hace menos de 2 días fui a verla…
2 días antes
—Roxana me dijo que se molestó contigo hace poco. ¿Ya están bien? — le pregunta a Ramiro su madre en la cocina de su casa. Ella lavaba unas verduras.
— SI, se molestó por que no pude ir al baile de Melisa. — dice abriendo el refrigerador y sacando una cerveza.
— Si, también me dijo eso, dice que le habías prometido ir sin falta.
— es que tuve mucho trabajo y se me pasó. — toma asiento en una de las cillas de la meza que estaba en la cocina. — me sentí mal por romperle una promesa a Melisa, pero entendió que fue sin querer.
— trabajas mucho, Hijo. — le dice llevando las verduras a la barra para picarlas. — eres igual que tu papá, el también se la pasaba trabaje y trabaje.
— SI, recuerdo que también se perdió uno que otro partido mío y de Juan, pero no recuerdo que hicieras un escándalo por eso. — bebe un poco.
— Es que el y yo nunca discutíamos en frente de ustedes. — Le dice comenzando a picar las zanahorias. — pero siempre que les rompía una promesa a ustedes yo lo requintaba como no tienes idea. Nunca me gusto que por el trabajo dejara a sus hijos a un lado o al último.
— Bueno, pero papá habrá tenido buenas razones. — dice excusándolo y de algún modo excusándose el.
— Siempre eran buenas razones— dice con sarcasmo — una reunión a ultima hora, una cena de negocios, un documento sin firmar, una Carta que no llegó, el auto… en fin. Para mi al menos ninguna fue una buena escusa— deja de picar — nunca se debe poner antes el trabajo a los hijos— le dice mirándolo y moviendo su índice de arriba a bajo ligeramente, como una madre experimentada que le da una lección a su hijo.
— Lo se, sabes que Melisa y Fabio son mi vida, no me gusta romperles promesas, pero es que a veces es imposible dejar ciertas cosas para después.
— Lo mismo decía tu papá, “no puedo dejar eso para después” ¿sabes que le contestaba?
— no, pero vas a decírmelo, ¿no es así? — sonríe y bebe.
— Le decía: “¿entonces a tus hijos si los podías dejar para después?”…. ¿Y sabes que me contestaba? —pregunta.
— No tengo idea. Simplemente no hay nada bueno o correcto que decir después de ese comentario, mamá.
— Exactamente. — Le dice — se quedaba callado. Y al día siguiente los llevaba a comprar alguna tontería que antes se había negado.
— ¿Entonces por eso le regaló a Juan esa Tortuga que tuvo hasta que su hija se le ocurrió ver como se veía “sin su armadura”? — pregunta. — jamás se la había querido comprar…
— Puede ser, la cosa es que tu padre entendía que estaba mal lo que hacia y quería recompensarlos, aunque jamás estuve de acuerdo con esos regalitos…aunque me gustaba la tortuga de tu hermano, se comía las colitas de mis zanahorias. Pero de todas formas, se que el sentimiento de un niño al ser defraudado por su papá es duro. — Comienza picar algo de apio. — recuerdo que ustedes se ponían tristes cuando había algún espectáculo deportivo o musical y Su papá nunca llegaba. ¿Ya no te acuerdas?
— Pues no, eso fue ya hace mucho tiempo.
— Pero yo si, y estoy seguro que Roxana también recordara la cara de Melisa o Fabi cuando les rompes una promesa.
—Ok, mamá, se que hice mal, pero la voy a Recompensar, en 2 días creo, el viernes hay otro baile, esta ves si iré, créeme.
— Pues eso espero, los niños crecen rápido y algún día desearas haber estado ahí viendo bailar a Melisa….y no, no es igual si Roxana los graba.
Ramiro sonríe y se acerca a su mamá.
— de acuerdo mamá, tratare de no colocar a los niños para después, ¿si? — le dice abrazándola por la espalda mientras ella picaba y dándole un beso en la mejilla. — ¿Qué haría sin tus consejos tan sabios, vieja loca? — le dice sonriendo.
— ¿Qué es eso de vieja loca? — le dice sonriendo también y golpeándolo suavemente con la mano. — ¡respeta a tu mamá! ¡Mira que aun puedo jalarte esas orejas he!
— ¡ah si? — Se aleja de ella en forma juguetóna y le hace unas cosquillas en la cintura — ¡tendrás que alcanzarme! — sale corriendo de la cocina.
— ¡¿crees que no puedo alcanzarte, malcriado?! — va tras el riendo.
3 días después
— ¿marcara de nuevo? — pregunta el niño al lado de Ramiro.
— No, ya no… mamá no me jugaría una broma así, ella, ella es divertida, si… pero jamás se prestaría para algo así…la conozco perfectamente — Ramiro algo pensativo se sienta en el borde de la acera.
El niño se sienta a su lado también.
— Yo ni siquiera recuerdo el número de mi casa — dice. — solo unos cuantos números.
Ramiro aparentemente ni escuchó al niño seguía pensando.
— Sr..., Sr. — repetía el niño.
— Muchacho…déjame pensar, ¿si? ¡No hagas ruido… me duele la cabeza. — dice sobando sus sienes.
— Es que… creo que recuerdo algo…Sr.
—Ah, ¿si? — Lo mira entonces — ¿Qué recordaste…y Por cierto como te llamas? —pregunta.
— Johan, me llamo Johan Santos Villar — le contesta.
— Ok, Johan, ¿Qué has recordado, es acerca de mi? — insiste.
— Si.
— ¿Qué es?
— Pues creo que lo he visto a usted antes en el colegio, Sr.
— ¿Ah si? ¿A que colegio vas? — pregunta.
— Al Amanda Riberos 2049, estoy en 5to grado.
— Igual que mis hijos. — Dice — quizás me has visto en alguna de las raras ocasiones en las que he ido a recogerlos.
— Puede que si, Sr. Recuerdo solo eso.
— bueno, al menos tu si me recuerdas. Eso quiere decir que no estoy enloqueciendo.
— ¿Qué quiere decir?
— Pues este día esta realmente extraño, Johan. Nadie que conozco parece recordarme o simplemente me ignora de una forma muy, muy cruel. — se levanta.
— ¿Entonces me ayudara a encontrar a mi mamá? — pregunta el niño.
— Pues… no sabes el número de tu casa… va a estar difícil, tus padres debieron enseñártelo, es lo primordial, yo… bueno, Roxana se encargó de que mis hijos supieran de memoria el numero de la casa, e incluso el de cada uno de nosotros.
— Tiene que ayudarme Sr. Quiero irme a casa.
— Te entiendo, Johan, pero… — Ramiro piensa en algo —… hare esto, te llevare a la escuela, estoy seguro que ahí tienen tus datos será cuestión de que te quedes ahí y ellos podrán reunirte con tus padres, ¿de acuerdo?
— Pero es sábado, Sr.
— Estoy seguro que abra alguien. No te preocupes. — Le asegura — ahora vamos, tendremos que caminar mucho así que… date prisa.
— De acuerdo, Sr.
Un día antes
5:25 PM
Ramiro siguen en la exposición con unos inversionistas franceses.
—Bueno, hemos discutido mis socios y yo… — dice uno de los Inversionistas dirigiéndose a Ramiro y sus socios en el lado opuesto de la meza de reuniones. —… y después de revisar los números y el gran crecimiento de su empresa creo que son una buena alternativa, y que en poco tiempo las ganancias para ambos serán my buenas, así que tenemos un trato, caballeros.
Ramiro y sus socios tanto como los inversionistas se levantan con una expresión de alegría y triunfo.
— Sr. Dupont, le aseguro que no se arrepentirá — le dice Ramiro dándole un fuerte apretón de manos.
— eso espero, conozco los riesgos de las inversiones, pero con sus números creo que puedo estar tranquilo.
— Claro que si, Sr.
— ¿Ahora que les parece si vamos a celebrar el cierre de este trato? — sugiere Félix.
— No me parece una mala idea, — Contesta el Sr, Dupont. — Este día ha estado agitado y tengo números hasta en el traje, así que mis amigos y yo les agradeceríamos que nos mostraran como se divierten después de un duro día de trabajo en este país.
— No se preocupe, Sr. Dupont, lo llevaremos a uno de los mejores clubes de la ciudad, esto tenemos que festejarlo en grande. — Dice Félix. — ¿verdad Ramiro? — le pregunta.
— Por su puesto, le mostraremos como nos divertimos aquí en esta parte del mundo. — dice sonriendo.
Al día siguiente
Ramiro y Johan caminan en dirección a la escuela.
— ¿aun falta mucho, Sr? — pregunta Johan.
— No ya no falta tanto… ahora si desearía que alguien me lanzara unas monedas. — dice.
— ¿y por que esta vestido como un loco? — pregunta el niño.
— No lo se, desperté vestido así, ¿crees que me vestí así para ir por el pan? — le dice sonriendo.
— Pues tampoco se por que traigo esta ropa. No es mía
— ¿Ah si? Esto es bastante raro ¿No crees? Y yo pensé que me volvía loco, aparentemente solo luzco como uno. ¿Y tampoco recuerdas nada de lo que haz hecho ayer? — le pregunta mientras caminan por una calle.
— No, Sr. Nada, absolutamente, aunque se supone que tenía que actuar anoche.
— ¿Ah si?
— SI, había una obra en la escuela, pero no se si llegue a ir.
— Es cierto — se detiene — mi hija también actuaria ayer, pero…ni si quiera se si pude ir. Todo esta tan borroso, tan negro…esto es horrible, Chico. — continuan caminando. — Además todos actúan como si no me conocieran, — se detiene frente a una ventana de cristal y se ve en el reflejo — y estoy seguro que soy yo — continua caminando. — esto comienza a parecerse a una pesadilla, una de la que quiero despertarme ya.
— ¿Y si es una pesadilla Sr? — pregunta.
— No, como crees, no seas tan crédulo, todo esto debe tener una explicación racional, te lo aseguro. En mi caso es probable que haya bebido de más como ya se me ha hecho costumbre… y pues haya hecho algo, algo tan horrible que no lo recuerdo, pero ha tenido que ser muy fuerte para que ni mi madre me quiera escuchar y me ignore. En tu caso — lo mira — pues no se, quizás solo te has perdido.
— Pero no recuerdo por que estaba en el parque, Sr.
— Pues a lo mejor te haz golpeado la cabeza.
— Pero recuerdo toda la semana, menos ayer. ¿Eso es posible?
— Si, hay muchos tipos de amnesia, quizás sufrimos de eso, esa seria la respuesta a nuestro problemita.
— No lo se, yo solo quiero irme a casa. — dice el niño.
— Descuida, ya estamos cerca al colegio, solo unos 15 minutos más y tus problemas se solucionaran, y solo me tendré que preocupar por mi, Pequeñín. — le dice dándole unas palmadas en lacabeza.
— Es una buena persona, Sr.
— Si, bueno, no podía dejarte por ahí perdido, ¿verdad? — le dice.
Al llegar a la escuela Ramiro nota que hay muchos alumnos por el lugar. Cosa extraña ya que aparentemente era día sábado.
— ¿No se supone que los sábado no hay clases en tu escuela? — le pregunta mientras miraba a los escolares salir de la escuela.
— Pues no, no hay clases los sábados. — le dice.
— Entonces puede que…. — se acerca a una señora que pasaba con sus hijos. — Discúlpeme Sr. — ¿si, que desea? — pregunta la señora algo asustada al ver a Ramiro, se noto por su mirada y en la forma en que cogió a sus hijos.
— No se asuste, se que estoy hecho un desastre… solo quiero saber que día es hoy.
— Hoy es lunes — le contesta y se aleja rapidamente sin perderlo de vista hasta el final de la cuadra.
— ¿martes? — Pensaba Ramiro aunque no lo podía creer —…no puede ser lunes — mira a Johan
— Yo pensaba que era sábado. — le dice.
— También yo… ¡amigo! — se acerca a un joven que pasaba por ahí. — ¿podría decirme que día es hoy? — pregunta.
— Es martes 23 de octubre, amigo — le dice y continúa su camino.
— No me jodan…
Johan se acerca.
— ¿También le dijo que es martes? —pregunta.
— Si, y no solo eso… me dijo que estamos en octubre. — voltea ver al niño con una mirada que reflejaba una mezcla de miedo, confusión y angustia.
— pero yo sabia que era Marzo, en 3 días cumplo 10 años.
— Ese sujeto me dijo que… era 23 de octubre, no puede ser…
— A lo mejor no sabe bien, pregúntele a otra persona.
— No, No, entremos al colegio, ahí debe haber un almanaque… solo espero que me dejen entrar así vestido.
En eso Ramiro ve algo que llama completamente su atención y lo sorprende.
Ve llegar a Roxana en su auto.
— Roxana — susurra.
Entonces se acerca rápidamente a tratar de alcanzarla, pero no lo logra ella se mete en la escuela. Ramiro decide esperarla al lado del auto junto a Johan.
— ¿Cree que le quiera hablar y explicar que sucede? —pregunta Johan.
— Si, necesito explicaciones urgentemente, Amigo, después entraremos para que llamen a tu mamá. — le dice, Johan asienta.
Luego de unos cuantos minutos Ramiro ve a Roxana y a sus 2 hijos dirigirse al auto, el estaba parado al lado del auto, esperándola.
El camina hacia ellos y le sonríe a su hija, esperando que ella le conteste de la misma manera o vallan corriendo hacia el como era costumbre, pero lejos de eso la niña lo ve y le esquiva la mirada, tanto ella como Roxana y su hijo menor pasan a lado de el sin si quiera hacerle el menor caso, hablando de sus cosas; como si el fuera un fantasma, Ramiro gira y se detiene mientras ellos se subían al auto y partían como si nada hubiera pasado. Ramiro se queda mirando irse al auto paralizado.
Johan se acerca a el.
— ¿Por qué no les dijo nada? — pregunta.
— Ella, ella me vio…
— ¿Su esposa?
— no, mi hija, Melisa…. Ella me vio a los ojos, y… es como si no me hubiese reconocido… como si yo no fuera su padre. ¿Qué demonios esta pasando, niño? —pregunta.
— No se, Sr. — contesta. — ¿iremos dentro ahora? — le pregunta a Ramiro quien seguía mirando ensimismado.
— He… si, si — contesta regresando en si.
Ambos ingresan ante el tumulto de la gente. Ramiro camina en dirección a la dirección pero antes de poder acercarse si quiera es detenido por el portero de la escuela.
— ¡He!, ¡¿a donde crees que vas vago?! — le grita el portero que se percata de la presencia de Ramiro.
— Era de esperarse, Amigo — le dice al niño mientras el portero se acercaba. — Tu ve a la dirección y busca ayuda, te esperare afuera…
— Si, — contesta el niño y se dirige a la dirección del colegio.
— ¡Largo de aquí! — le grita el portero de la escuela.
— Si, si, solo quería ver si tenían algo de comer… — dice Ramiro mientras sale fuera.
Johan corre a la dirección lo mas rápido que pudo y sin querer empuja a alguien.
— ¡Cuidado niño! — le dice la maestra con la que chocó.
— perdón, es que me dirigía a la dirección, yo… — Johan reconoce entonces a la profesora. — ¡Profesora Sandra! — exclama abrazándola efusivamente.
— ¡espera, me harás caer! — le dice.
— ¡estaba muy asustado, Profesora, me había perdido, pero un Sr. Me trajo hasta aquí…!
— Espera, niño. ¿Tú estudias aquí?
— Si, profesora. — contesta confundido.
— ¿En que aula estas?
— en la suya… — le contesta.
— No, claro que no, tú no eres de mi grupo. — le contesta fríamente. — es más no recuerdo haberte visto por aquí.
— Profesora ¿Qué le pasa? — pregunta. — ¿no se acuerda de mi? Soy Johan Santos.
La profesora entonces lo ve muy seria.
— Niño, esta broma es muy cruel.
— ¿he?
— No se si sepas, pero Johan Santos esta muy grabe en el hospital, su mamá esta sufriendo mucho día con día, igual todos los del salón y me incluyo ¿y tu vienes a hacerme esta broma?— le dice disgustada, Johan solo la miraba confundido— ahora mismo quiero que me digas quien te ha enviado aquí a decir todas esas cosas. — le dice sujetándolo del brazo.
— Yo… pero… Profesora, y soy Johan… ¿no me ve? Solo quiero irme a casa.
— No es posible… — dice la profesora con decepción — ¿Cómo te puedes prestara estas bromas tan crueles? — lo toma fuerte del brazo y se dirigen a la puerta del colegio.
— ¿Dónde me lleva? — pregunta Johan.
— Fuera del colegio, ahora me dirás quien te manda a hacer estas bromas, no creo que sea tu idea. — le dice mientras se disponen a salir. — Rubén, ¿no viste si este niño entro con alguien? — le pregunta al portero.
— No, ¿es nuevo? No lo he visto antes, ni se como se metió.
— ¿Qué pasa? — se preguntaba el niño temblando y con el corazón muy acelerado.
— No, no es de aquí, yo conozco a todos, debes tener cuidado con quien ingresa. — le dice sacándolo a fuera.
— Si, Profesora. — contesta el portero.
Fuera Ramiro estaba parado al lado de un poste pensativo y bastante angustiado por los sucesos a su alrededor. Entonces ve a Johan salir con una maestra. Entonces decide acercarse.
— ¡ahora dime donde esta el que te ha enviado a hacer esa broma! — le gritaba.
— Nadie, yo soy Johan — repetía entre lagrimas mientras la profesora lo samaqueaba del brazo.
— ¡eh! ¡¿Que cree que hace?! — grita Ramiro al ver esa escena un poco cruel ciertamente.
La profesora suelta a Johan y este sin pensarlo corre a abrazar a Ramiro fuertemente y temblando.
— No me recuerda, no me recuerda… no sabe quien soy — le dice a Ramiro.
— ¿Por qué no me sorprende, amiguito?. — Le dice tratando de consolarlo — ya cálmate, no llores.
— ¡¿usted…usted viene con el?! — pregunta la maestra mirando a Ramiro de arriba a bajo.
— si, yo vine con el ¿algún problema? — le dice. — pero descuide ya nos vamos…
— ¿es usted el padre o apoderado? — le pregunta con una expresión de enojo.
— No, digamos que soy… su amigo, el niño esta perdido, solo quiere encontrar a su madre, pero creo que aquí no nos ayudaran.
— Quiero a mi mamá…. — repetía el niño llorando.
— Vamos, ya no llores te llevare con ella, — le dice alejándose de la puerta del colegio.
— ¡Oiga!, — la profesora va tras ellos — ¡no puede irse así con el niño, el niño se queda aquí!
— ¿Lo conoce? — le pregunta sin si quiera dar la vuelta a ver a la profesora.
— No, pero…
— No me dejes aquí, — le dice el niño a Ramiro aun prendido de el.
— Descuida, no te dejare. — Le contesta y gira a ver a la profesora—…Yo si conozco a Johan, y de algún modo lo llevare con su madre.
— ¡esta loco! — Le dice — ¡llamare a la policía! ¡No dejare que ese niño se vaya con un hombre como usted!
— De aquí a que vengan…. — contesta Ramiro mirando a Johan — ¡corre! — le dice y entonces ambos salen corriendo como almas que lleva el diablo.
— ¡deténgase! — gritaba la profesora que corrió tras ellos unos cuantos pasos.
Ramiro y Johan corren sin detenerse hasta llegar al parque cerca a casa de Ramiro donde se esconden tras un enorme árbol.
—Lamento lo que sucedió, Amigo, pero pensé que… no te iba a suceder lo mismo.
— No me reconoció… la profesora… — dice entre lágrimas y la voz entre cortada por el llanto—… tengo miedo Sr.
— Vamos, amigo no es para tanto — lo abraza tratando de calmarlo, de alguna forma ese niño despertaba en Ramiro el espíritu paternal. — Ya no llores, — le limpia las lagrimas — mira, te prometo que esto se solucionara y que… de algún modo todo esto pasara a ser un recuerdo horrible, como una pesadilla.
— Es que la… la profesora… me dijo que yo no era yo… y que yo estaba en el hospital muy grabe… eso me dijo Sr. ¿Por qué me dijo eso?..
— ¿Qué? — pregunta Ramiro sorprendido y riendo ligeramente, pero no una risa de burla, más bien la risa de incredulidad al escuchar algo que a simple vista es impensable aunque en el fondo sabemos que puede no ser una broma. — explícate, Amigo. ¿Cómo es eso?
— Ella, me dijo que yo estaba muy mal en el hospital… y que mi mamá estaba sufriendo mucho….
— ¿estas seguro que… te dijo eso? ¿Con esas mismas palabras? — le dice sorprendido y angustiado.
— Si, así me dijo… ¿Por qué me diría eso?— le pregunta insistente.
— Lo ignoro, Amiguito, lo ignoro….
Ramiro se recuesta en el árbol muy pensativo.
Pensaba en la posibilidad de que lo dicho por la profesora no sea del todo una mentira o un error, ya que poniéndose a analizar todo lo sucedido y tratando de buscar una respuesta racional la cual difícilmente puede encontrar, solo le dejaba la opción de pensar que esta atrapado en una especie de pesadilla o que ha perdido la razón y pensar en eso lo asustaba, lo asustaba muchísimo.

Continuara...

Escrito por: FranckPalaciosGrimaldo (2011-02-08)


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