Amanecio en un cajón | ||
Cuando despertestaba dentro del baúl. Su espacio parecía tremendamente reducido, a decir verdad, hasta un baúl común había más espacio. Intentó elevar el brazo derecho con la intención de destapar el cajón, pero no hizo apenas movimiento y su brazo golpeo la madera. Fue hay donde se dio por advertido que el espacio era sumamente estrecho. Con decir qué ni siquiera sacando la lengua se podía evitar tocar el techo del cajón. Se desesperó. < Auxilio > gritó, pero el hombre estaba dos metros bajo el suelo y la sonoridad se la tragaba la tierra como esponja. Gritó por diez minutos hasta que cesó. Las paredes del cajón devolvían de cierta forma el ruido, cosa qué comenzó a molestarle los tímpanos, agregado un dolor molesto de cabeza. Pasaron las horas, y el hombre intentó de todo para salir de aquel calvario, hasta incluso rezó. La desesperación del no poder formular movimiento lo inquietaba de manera fatal. Lo que daba el hombre por hacer algún movimiento completo, una tensión se generaba en sus piernas, quería ejercitarlas. Luego de diez horas, el ya no se movía, pero su cuerpo temblaba de tensión silenciosa. | ||
Escrito por: Violinista (2010-06-26)
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