Mi tío Ramiro, tenía el don de la palabra.

A pesar de su escaso quinto grado de escuela primaria, tenía un lenguaje refinado.

Solo hablaba de lo que sabía.

Y por sobre todas las cosas…era un excelente narrador.

De su boca, una anécdota , cobraba un encanto muy especial.

Manejaba los silencios, y coloreaba la historia como pocos.

Le imponía un ritmo cautivante.

Y no se inmutaba por una inesperada interrupción…

Sabía esperar… y cuando la ocasión se volvía propicia, retomaba su historia con esa magia, que a nosotros sus sobrinos, e incluso a los mayores, nos seducía tanto.

Pero el tiempo fue pasando. Y cuando yo ya era un joven de unos treinta y pico, el ya sumaba años y transitaba su vejez…

Y su mente , comenzó a jugarle malas pasadas…

Algún olvido… la mente en blanco… cuando menos lo esperaba.

Y aún así, no dejó de sorprender : adoptó una muletilla para casos de emergencia..

Cuando el olvido lo asaltaba , a punto del remate de la historia, él,
resolvía elegantemente, diciendo :

- …..o……..eso…!

Jajajajjajajaj…..tío, cuanto te extraño…!

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